Hace poco desayuné con un amigo íntimo que había sufrido un infarto a una edad demasiado temprana hace unos meses. Por suerte, pudo recibir atención médica justo a tiempo, recibió un tratamiento excelente y ahora se encuentra bien y en vías de recuperación. Gracias al nivel de conocimientos, experiencia y sofisticación que rodea al tratamiento de los problemas cardiacos, mi amigo pudo realmente esquivar una bala.
Por desgracia, cuando los niños se encuentran en situaciones de emergencia, el escenario puede ser muy distinto, sobre todo cuando se trata de pedir y administrar medicamentos. A diferencia de mi amigo, los niños en situaciones de emergencia suelen encontrarse en centros de cuidados intensivos que carecen de la experiencia y la formación pediátricas necesarias para administrar medicamentos de emergencia de forma segura. Demasiadas veces, los pacientes pediátricos no tienen la oportunidad de esquivar esta bala.
La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha publicado recientemente un documento sobre la seguridad de la medicación pediátrica. Sus conclusiones son estremecedoras. Se descubrió que las tasas de errores de medicación en pacientes pediátricos eran tres veces superiores a las de los adultos. Un estudio reveló que los porcentajes de error oscilaban entre el 10% y el 31%. Otro estudio sobre los servicios de urgencias rurales del norte de California reveló una tasa de error del 39%[1 ]. En entornos médicos con pocos recursos, ¡39 de cada 100 niños sufren un error de medicación durante una urgencia!
El reto de la dosificación de la medicación pediátrica
¿Cómo puede ocurrir esto, cuando los tratamientos asistenciales avanzan tan rápidamente y nuestros conocimientos sobre los cuidados médicos adecuados se amplían exponencialmente? Desgraciadamente, hay una serie de razones desafiantes.
En Estados Unidos hay más de 5.500 hospitales, pero sólo unos 200 son pediátricos. Como resultado, nueve de cada 10 niños en situación de emergencia son tratados en hospitales comunitarios no pediátricos. Sin embargo, en estos centros, las urgencias pediátricas representan sólo un pequeño porcentaje de los casos cotidianos. Los médicos no se enfrentan a muchas urgencias pediátricas. Simplemente no tienen la misma experiencia que con los adultos.
A diferencia de los adultos, la dosificación pediátrica de urgencia se basa principalmente en el peso. Como señala el informe de la AAP, no existe una dosis fija para los niños. Esto complica el proceso. Los médicos y el personal de enfermería deben basarse en el peso del paciente para establecer la dosis adecuada, y deben realizar cálculos matemáticos para determinar la dosis y la dilución apropiadas, a menudo justo en el punto de atención. Además, el apoyo farmacéutico y los sistemas informáticos suelen carecer de funciones de seguridad pediátrica. Y todo esto tiene lugar en el caos de un servicio de urgencias.
Los directores de los servicios de urgencias, las enfermeras, los médicos, los farmacéuticos, los responsables de calidad y los altos cargos de las organizaciones sanitarias trabajan siempre con ahínco para aumentar la seguridad de la medicación pediátrica. He aquí cinco sugerencias basadas en nuestra experiencia en eBroselow y de las que se hace eco el informe de la AAP, que pueden ayudarnos a todos a alcanzar ese objetivo.
Procedimientos de seguridad más eficaces
Muchos servicios de urgencias abordan la necesidad de garantizar la seguridad de la dosificación de la medicación estableciendo procedimientos especiales, a veces denominados «reglas rojas». A menudo se trata de dobles controles independientes (IDC) de medicamentos específicos antes de su administración. Aunque un IDC puede durar hasta 20 minutos, el informe de la AAP señala que la implantación de un proceso de comprobación por dos proveedores para los medicamentos de máxima alerta puede ayudar positivamente a reducir los errores de administración.
Aunque se trata de un primer paso importante, la realidad es que los humanos cometemos errores matemáticos el tres por ciento de las veces. En situaciones de estrés, los porcentajes de error se disparan hasta el 25 por ciento y los errores de doble comprobación se producen el 10 por ciento de las veces. Tenemos que seguir explorando formas de utilizar la tecnología para que estos dobles controles sean aún más eficaces.
Mayor apoyo al conocimiento
El informe de la AAP señala que muchos medicamentos se preparan y dispensan en urgencias sin ser verificados por farmacéuticos. El informe hace referencia a un estudio que muestra que más de dos tercios de los farmacéuticos ofrecen ocho horas de cobertura entre semana, pero menos de la mitad tienen la misma cobertura los fines de semana. Muchos hospitales rurales y comunitarios carecen de un alto nivel de apoyo farmacéutico.
Por desgracia, las limitaciones económicas impiden a menudo que los hospitales y otros centros de urgencias contraten a más farmacéuticos. En la década de 1980, el Dr. James Broselow inventó la Cinta Broselow para hacer frente a la realidad de que los farmacéuticos no siempre están cerca para responder a las preguntas. La cinta métrica codificada por colores relaciona la altura del niño con su peso para proporcionar instrucciones médicas, incluidas las dosis de medicación. La cinta proporcionó una forma de guiar a los médicos para administrar la dosis adecuada y todavía se utiliza en muchos centros hoy en día.
Los problemas que la Cinta Broselow abordó hace 30 años siguen siendo pertinentes hoy en día a pesar de los miles de millones de dólares invertidos en tecnología. Los SUH deben seguir buscando formas de acceder a los conocimientos sobre medicación en ausencia de farmacéuticos experimentados.
Concentraciones normalizadas y mejor acceso a los materiales de referencia
Una de las principales causas de los errores de dosificación de la medicación pediátrica es la falta de experiencia en la administración de diversos medicamentos a niños pequeños. El informe de la AAP insta a estandarizar las concentraciones disponibles para un fármaco determinado, a disponer de materiales de referencia sobre medicación de fácil acceso y a que los farmacéuticos y los proveedores de atención en urgencias trabajen en equipo.
Muchas soluciones CPOE proporcionan este tipo de material de referencia, pero los médicos deben vadear entre volúmenes de información para llegar a las respuestas pertinentes a las preguntas específicas que se les plantean. En un entorno de urgencias caótico y con limitaciones de tiempo, el personal de enfermería y los médicos necesitan poder acceder rápidamente a los datos de referencia que necesitan.
Mayor uso de la tecnología
Las historias clínicas electrónicas (HCE) han demostrado ser un valioso complemento para el cuidado seguro de los pacientes. En cuanto a la medicación, prometían ser potentes sistemas informáticos omniscientes que resolverían los problemas de dosificación y administración. Pero no ha sido así. El informe de la AAP señala que la introducción informatizada de órdenes médicas (CPOE) y el apoyo a las decisiones clínicas (CDS) con prescripción electrónica han ayudado, pero no han eliminado los errores de medicación. Esto se debe a que no tienen en cuenta los problemas específicos de la dosificación pediátrica, como los requisitos de conversión de peso de libras a kilogramos.
Los responsables de los SUH no deben depender únicamente de su HCE para obtener soluciones tecnológicas. Es hora de considerar soluciones complementarias que pueden aportar un enorme valor a la hora de garantizar la correcta administración de la medicación a los niños.
Formación reforzada
La falta de familiaridad y experiencia con las urgencias pediátricas debería contrarrestarse con una formación más eficaz para los clínicos que se enfrentan a estas situaciones. El informe de la AAP señala que los programas de formación en seguridad de la medicación pediátrica varían mucho en las facultades de medicina, enfermería y farmacia.
Los líderes en atención pediátrica de emergencia recomiendan que se desarrolle un plan de estudios estándar sobre seguridad de la medicación pediátrica para todos los clínicos que tratan con niños en entornos de emergencia. La formación debe incluir debates sobre los errores de medicación habituales en los niños, las herramientas mejoradas para minimizar o eliminar los errores y los efectos de las diferencias de desarrollo en los pacientes pediátricos.
Nuestros hijos corren un riesgo considerable de sufrir errores de dosificación y administración de medicamentos. Todos debemos trabajar juntos como industria para desarrollar y aplicar soluciones que hagan que estos errores sean cosa del pasado y garanticen que nuestros niños reciben la atención adecuada en sus momentos más vulnerables.
[1] Seguridad de la medicación pediátrica en urgencias, Lee Benjamin, Karen Frush, Kathy Shaw, Joan E. Shook, Sally K. Snow, American Academy of Pediatrics Committee on Pediatric Emergency Medicine, American College of Emergency Physicians Pediatric Emergency Medicine Committee, Emergency Nurses Association Pediatric Emergency Medicine Committee, Pediatrics Mar 2018, 141 (3) e20174066, DOI: 10.1542/peds.2017-4066.